Unidad en la acción // Diego Valeriano
Rosa compra los chipá en
Caballito y se toma el subte hasta Miserere. Tiene que estar temprano y
aprovecha para ponerse al lado de Abdoulaye, a veces le cuida el lugar, a veces
él la espera. Desde que lo vio quedó enganchada y se lo fue ganando. Cada uno
de ellos viajó y deambuló la vida entera para poder estar ahí, ahora, en ese
lugar. Las ganas de estar juntos siempre ganan y saben bien que por primera
vez, separarse es morir un poco. En la recova de Jujuy se entrelazan las
palabras, mutan los sentidos, todo se vende y amor se dice “arrancar”. Hasta
con este otoño el deseo se ejerce.
Deambular es un delirio que
estructura ideología. Viaje, formación y acción; se llega con otra plenitud
distinta con la que se salió. Las ideas son fáciles pero de una construcción
riesgosa. Un universo de pasiones, calles de tierra, barcos, pensiones, pasillos
y música sacuden todos los vericuetos de sus cuerpos. Rosa pronuncia con
dificultad “Abdoulaye” y lo mira desde abajo. Él sonríe de manera enorme.
Paraguay es África y también
Ciudadela. Del lugar donde nacieron les quedan algunos tonos y saber que fueron
puntos de partida. Asunción y Vélingara también pueden ser estaciones del
Sarmiento. Moreno, Paso del Rey, Merlo… ir de un punto a otro inventa las ideas
que explican su mundo. Se cree, se vive, se ama en función de sus modos de
moverse.
Rosa y Abdoulaye sufrieron
muchísimo pero no lo van a andar diciendo. Recordar es un ejercicio careta y no
se dan esos lujos. Prefieren darse otros: un buen celular para wasapear con
amigos dispersos, alquilar el salón para el cumple de Rosita, la camiseta oficial
de la selección. Consumo, viaje y fiesta como única meta aprendida. Consumo,
viaje y deseo o muerte. Quieren reconquistarse, exigen la vida.