¿Un nuevo comienzo para Europa? Una victoria de Syriza podría abrir caminos novedosos
por Ulrich Brand*
(Traducción:
Cordi Thöny)
Ni bien se supo que a fines de enero habría
elecciones legislativas en Grecia y que una victoria del partido izquierdista
Syriza era probable, una serie de políticos/as y comentaristas de toda
Europa saltaron a asegurar que no hay alternativa posible a la política actual,
y punto. “Seguridad”, “estabilidad” y “orden”, fueron los lemas del momento.
Difamando al líder de Syriza, Alexis Tsirpas, como “populista antieuropeo”
(diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, Alemania), vaticinaron que un gobierno
encabezado por Syriza sería un “drama”, e indefectiblemente llevaría al “caos”.
El Ministro de Finanzas alemán Schäuble incluso amenazó de frente a la población
griega, mientras el Presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker recomendó a los/as griegos/as no “equivocarse”
al momento de votar. Finalmente, el FMI
bloqueó el desembolso de una cuota crediticia.
Sin embargo, estos comentarios pintan un cuadro
equivocado. En los hechos, el caos ya es
la realidad cotidiana para muchas personas en Grecia: el 50% de la juventud
está sin trabajo, las jubilaciones fueron recortadas dramáticamente, muchos
hospitales tuvieron que cerrar sus puertas. Si uno pone mayor atención al debate
en Grecia, se dará cuenta que precisamente Syriza es el partido que propone
reformas de amplio alcance: reformas que sin duda trastocarían también el
“establishment”, a fin de combatir la corrupción y el clientelismo y garantizar
el nivel de vida de las personas en vez de “depreciarlo”. El partido se opone a la actual política de
austeridad, y quiere ser parte de las alternativas en y para Europa – lo cual,
evidentemente, tiene molestos a los actuales gestores de la crisis. De ahí ese
miedo a un partido que hace cinco años, ni recibía aún el 5% de los votos
emitidos.
Una
oportunidad para Grecia
Démosle vuelta al asunto. Convirtamos a Grecia en un
campo de experimentación para probar otras formas de manejar la crisis. Imaginemos
una reestructuración exitosa del Estado y de la economía: las personas gozan de
condiciones laborales y de vida estables, se reforma el sistema impositivo, de
manera que los ricos carguen con una parte adecuada del coste para la
colectividad. Asimismo -horribile dictu para toda mente
neoliberal- hay programas de inversión pública eficientes que permiten superar
las crisis humanitarias en las áreas alimentación y vivienda, educación y
salud.
En un escenario de este tipo, el criterio de éxito ya no
sería el grado en el que se “tranquilicen” los mercados financieros y se
mantenga la política de austeridad –como lo planteó Joschka Fischer, ex Ministro
de Relaciones Exteriores alemán en el periódico Standard el pasado martes.
Fischer también presume que una victoria de Syriza desembocaría en una crisis
política que arrastraría a toda Europa.
Está claro que nada de esto será fácil. Minimizar los
problemas estructurales existentes no ayudará en nada, y no faltarán voces
europeas que exijan políticas intransigentes contra el nuevo Gobierno griego.
Pero aún así, existirá cierto margen de acción. Por ejemplo, se podrían
fortalecer las economías locales y regionales. No, ¡no estamos hablando de
proteccionismo! Estamos hablando de una política económica razonable y sensata
que no se someta al “campo de batalla del mercado global” sino que, dentro de
la división de trabajo internacional, insista en una política industrial,
estructural y de mercado laboral autónoma e independiente. Esto podría dar un
impulso refundacional que tanta falta hace en Grecia.
¿Otra Europa?
Europa podría convertirse en un proyecto que es
vivido de manera positiva por todas las personas, en todos los países. Un
primer paso sería re-negociar las deudas, cara a cara y en pie de igualdad,
para así restituir su margen de acción al Gobierno griego. El partido
proeuropeo Syriza podría promover una salida diferente a la crisis, no sólo para
Grecia, sino también para otras regiones.
Finalmente podría darse la tan necesaria conferencia
europea sobre la deuda. Mucha gente ya reconoce que Grecia jamás podrá pagar su
deuda –a no ser por el precio de una dependencia más o menos eterna. La
conferencia debería abordar el tema de una solución europea global, pero
también tratar la posibilidad de una condonación parcial de la deuda griega y, para
los créditos restantes, un mecanismo de pago de deuda a la medida del
rendimiento económico real del país. Sería una señal política poderosa, tanto
para las personas como para los mercados, de que por fin se trabaja seria y
solidariamente en desarrollar estrategias adecuadas de manejo de la crisis. Al mismo tiempo, se transparentaría quienes se
benefician realmente de la crisis actual.
Hay mucho para repartir, en Grecia y en otras partes también.
El libro de Thomas Piketty sobre la evolución histórica de los patrimonios ha desencadenado
para un amplio debate en este sentido. Sin duda, un desarrollo positivo de la situación en
Grecia desalentaría las fuerzas
antieuropeas y nacionalistas en Europa.
Tenemos por delante debates intensos acerca de cuáles
podrían ser los pilares de un modelo de bienestar justo, ecológico y
democrático para Europa.
En los comentarios, se repite una y otra vez la
cantaleta pálida del necesario “crecimiento”. Pero, ¿qué significa eso
concretamente? Concretamente, ¿qué tipo de empleos se generan o se conservan? ¿Estamos
hablando de empleos en la industria de armamento, o en una industria productiva
lo más sostenible posible? ¿Del trabajo de peones mal pagados/as en la agroindustria,
o de trabajadores/as con empleo digno en la producción ecológica de alimentos?
¿Y quiénes deciden sobre las inversiones que deben llevarnos al crecimiento? ¿Fondos
de alto riesgo privados en busca del mayor rédito posible, o empresarios/as
responsables, o incluso la población mediante mecanismos y procedimientos de
democracia económica? Todas esta son
preguntas a las que Syriza quiere encontrar respuestas. Y de hecho son temas claves
que deberíamos discutir y analizar en y para toda Europa.
Y para terminar: cabe preguntarnos también cómo pueden
contribuir actores relevantes de otros países, por ejemplo políticos/as,
empresarios/as progresistas y sindicatos, a que no se deje pasar la oportunidad
de un nuevo comienzo en Europa. Los comentarios que han suscitado los primeros
amagues de la contienda electoral en Grecia dejan muy en claro que esta campaña
no es un asunto meramente griego.
*Ulrich Brand,
profesor de Política Internacional en la Universidad de Viena, fue co-organizador
de un Foro sobre la crisis del Euro a mediados de diciembre en Atenas y es
integrante del Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo de
la Fundación Rosa Luxemburg.