Invitación especial 1: En nombre de Mayo


En nombre de mayo

La persistencia de los discursos en nombre de la Patria, de Mayo, como todo nacimiento (apropiado y de identidad robada) es una genealogía que discurre a lo largo de la historia como lo que construye y deshace. Como lo que posibilita para dar y castigar. Las “fiestas mayas”, con embriaguez popular de varios días, carreras de chanchos, palos enjabonados, corridas de toros, y fiestas de disfraces, cubrieron de alcohol a la belicosa Buenos Aires y sus provincias, en los primeros “mayos”. Pero sucumbieron por la Patria, cuando mayo demandó “Paz y Administración” (variedad vernácula del “Orden y Progreso”) y la fiesta maya trocó a desfile escolar-militar, misa y abstinencia. Los discursos de mayo han sido, quién lo duda, la necesariedad lógica para construir una patria (con mapa incluido) y armar un Estado.

En nombre de esos relatos se construyó, se consolidó y se volvió a desmoronar: en nombre de mayo. Ofreció indios vivos en las puertas de las iglesias (para servidumbre) e indios muertos en los museos (para su “foránea” observación).

“Los miércoles y viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia” (aviso del periódico El Nacional, Bs As, 31/12/1878)

Trajo otros cuerpos en reemplazo laboral inmigrante, para una “Patria” que debía desplazar a los “vagos y mal-entretenidos”. La patria, esa mujer puesta a la fuerza en el nombre de un hombre; hecha palabra en el pater, para no nombrarla en su tan bellamente nombrada definición mujeril de pachamama. Y la posibilidad cierta de comenzar a escribir por mayo, por la patria y la bandera, todos los eventos que se sucedieran. Dar un lugar y un trabajo a los hombres en la patria nueva, y en nombre de esa patria matarlos si es necesario ante cualquier intento libertino de gestualidad nueva de esos cuerpos del otro lado del mar. Los cuerpos escolares moldeados por mayo fueron patrióticos, y aquí no entraron ni los indios, ni los gauchos y ni los del color de la tierra. Pero, si por caso, esos cuerpos nuevos se rebelan, Mayo y la Patria se los demandará. Y otra vez la calificación se salvajes será para los que no acepten esas reglas. Nadie se atreva a cuestionar a la Patria y a Mayo, apropiados por los apropiadores de una dimensión que no considera eventual el robo y el maltrato (la inseguridad, al fin de cuentas, en la que se somete al rebelde).

Esa temeraria genealogía de apropiación intolerante (como matriz y motor de breve historia local) diseccionó también a los que se atrevieron a suceder a sus propios reclamos, en su (b) versión libertina e impertinente. Ahora los salvajes son ellos, por no aceptar lo que la tierra “virgen” da; ahora ellos serán los salvajes a extirpar del territorio. Una inversión retorica donde el “salvaje indio” pasó a ser la buena herencia y el buen trabajador externo un cuerpo indeseable.

“Las violencias realizadas por los estudiantes incendiando las imprentas anarquistas, mientras echaban a vuelo las notas del himno patrio, constituyen una revelación de la más trascendente importancia. Ante todo esas violencias demuestran la energía nacional y enseñan que la inmigración no ha concluido todavía con nuestro espíritu americano pues conservamos aún lo indio que había en nosotros” (sobre el 25 de Mayo de 1910, en “El diario de Gabriel” de Manuel Gálvez)

La seguidilla verbal de esta celebración incendiaria de la patria (con pena de muerte y delito de opinión como ley, votada por el congreso nacional) fue la reducción como todo futuro posible de integración “nacional” y aun “civilizatoria”. Una diseminación de “reducciones” con el régimen de la Bandera para “los indios que había en nosotros”

“La regla de la Bandera era que al aclarar el día, el aborigen veía la bandera izada y tenía que estar en su puesto como haChero o como coseChero, y no abandonarlo. Cuando el sol estaba en medio del cielo la volvían a izar y era señal para comer, y después al anoChecer cuando estaba entrando el sol la izaban de vuelta para dejar el trabajo hasta el otro día” (en “Chico, Juan y Mario Fernandez, Napalpi. La voz de la sangre”. Colección “Aprendemos a leernos”. Sub. De Cultura de la Pcia. del Chaco)

Relatos apropiados: de la “Sociedad Patriótica”, esa que dio el primer golpe armado en pos de los ideales de mayo, en 1812, cien años después a la “Liga patriótica”, a la caza del inmigrante, recorriendo el país, descoyunturando ideas extraviadas a sangre y fuego, en Buenos Aires, en Patagonia, en Chaco. Mientras se “reduce” al pie de la bandera de la Patria, al “sin historia”. Y el grito civilizado del primer progrom judío de Latinoamérica, por la Patria.

Cuando los sectores denostados en el silencio y el fraude (ya no los libertinos/libertarios, ni los “reducidos”, sino los ansiosos de una lugar en la formalidad de la política) decidieron hablar, otra vez, la Patria. Uriburu y la “Legión de Mayo” recurriendo a su propia genealogía. Silenciando a los ansiosos y fusilando a los libertarios. Mostrando que el fascismo es terrorista, y apropiando al Estado, se hace carne material y fusilada.

 “…el proceso iniciado en 1810 con la Revolución de Mayo, se frustró por la ley Saenz Peña…” (proclama de “La Legión de Mayo”, círculo político que agrupaba civiles y militares en apoyo al golpe de estado de 1930)

El lugar de la patria, otra vez renacida y “virilizada” por el macho que dio benefactoramente un lugar en la historia a los olvidados, fue prontamente desarmado en nombre de mayo por el terror estatal, en un bombardeo inquino contra los que pedían pan y liderazgo. Y de aquí en mas, la vorágine de La Patria, salvada una y otra vez, en “la nueva hora de la espada” (según el festejo de E. Sábato) por un general bigotudo y de bastón largo que encontró en Córdoba su letargo.

El intento de tomar el cielo por asalto, habló en boca de las víctimas, por un instante, el lenguaje de los patriotas; y desgranó en cintas desgravadas, la dolorosa historia de “la patria fusilada”. Pero fue breve el deseo; y fue vano, fue banal su final: una copia maltrecha del benefactor de los humildes (ahora viejos, y padres de un relato mítico que alimentó a los asaltantes del cielo, y retornó al viejo líder) desempolvó lo peor de Mayo. Y desentonó con esos jóvenes que lo habían devuelto.

“Estamos en presencia de verdaderos enemigos de la Patria, organizados para luchar en fuerza contra el Estado (…) pido a todas las fuerzas políticas y al pueblo en general que tomen partido activo en defensa de la República que es la afectada. Ya no se trata de contiendas políticas partidarias, sino de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la Patria sus instituciones (…) Aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana.” (Juan Perón, cadena nacional, 02/01/74)

Las réplicas genocidas repatriaron rápidamente los peores elogios. La Patria se sumergía en una experiencia concentracionaria, menos novedosa de lo que se cree (Roca ya había ensayado Martín García) pero más terrorista que sus antecesoras.

“Si es preciso, en la Argentina deberán morir todas las personas necesarias para lograr la seguridad del país”.* “Yo quiero significar que la ciudadanía argentina no es víctima de la represión, la represión es contra una minoría a quien no consideramos argentina”** (Jorge Rafael Videla en dos tiempos: *“La Prensa” 24/10/75 y **“Clarín” 19/12/77)

La inconclusa devastación festejó la implosión, y el Estado patriótico se volvió caótico, tensionado y tensionante para los que vinieran. Difícil de digerir pero aprendizaje forzoso de una reparación que debía desatarse en torno a una política desordenada pero hábil y efectiva. De todas formas, los pasados persisten y si bien los vientos cambiaron, hubo destellos de un Mayo intolerante que debía cambiar de cuerpo, pero insistía:

“los objetivos políticos (de las Madres de Plaza de Mayo) no coinciden con los intereses nacionales” (R. Alfonsín, en rueda de prensa. 21/12/1984).“Es negativo para la democracia (que las Madres) defiendan a quienes ocasionaron todo este trágico derramamiento de sangre en el país, con una concepción elitista yendo al terrorismo subversivo” (R. Alfonsín en la TV alemana 6/07/1985)

La reversión del discurso en los intentos desaparecedores de un Estado que ya no era ni la sombra de aquel sueño inclusivo, desenvainó nuevamente la “patriada” que denostará la queja y el reclamo de cualquier rebeldía:
“no vaya a ser cosa que volvamos a tener otro contingente de Madres de Plaza de Mayo reclamando por sus hijos. El rebrote subversivo (…) es un peligro latente para toda Latinoamérica. Y por eso les digo que tengan mucho cuidado, que manifiesten, que utilicen la libertad, pero que no exageren las cosas, porque ahí se meten estos delincuentes y tratan de sacar partido de este tipo de movida” (C. Menem. Página/12. 09/07/1992)

Doscientos años después, la apropiación de identidad “maya” comenzó un lentísimo retorno a sus cuerpos habituales, con antinomias novedosas, pero también con hacedores de la razón nacional y popular como secuela de lo que no debe repetirse. Con enjambres de rostros vestidos de un color que representó lo peor de sus tensiones y que anidó estupendos plumajes para los artífices de la razón de Estado. Aun descubren nuevos sentidos las bocas facciosas en la “patria maya”, pero un tanto rezagados por los que aprendieron que el color a usar era el mismo, cambiando el sol de lugar en la bandera, por imágenes menos “vírgenes” y masredentoras de lo posible, en suelo patrio, minado por su propia historia. El tiempo del Mayo intolerante parece finalmente haber trocado a un fervoroso festival de lucha libre, por apropiar su sentido legendario, donde el bajo pueblo en la calle pueda celebrar con el entusiasmo de una calle pagana, muy a pesar de los destellos de intolerancia de sus mayores. Que si bien ajustan los relojes a un cambio vespertino, a veces olvidan el nuevo libreto y se les pianta un lagrimón nostálgico, inconsciente en el colectivo social…. "24 de marzo en la Plaza. Gente uniformemente vestida de rojo, autotitulada de izquierda. Amenazantes, con garrotes en sus manos (…) Del otro lado, jóvenes vestidos de azul, celeste, o blanco con banderas argentinas, brazos y manos entrelazados, haciendo cordón humano...para separar y evitar la agresión y la pelea” (CFK, 2013)

Pero son destellos ya. Una marea incandescente de otros cuerpos, prefigura que puede sostenerse lo contrario al oprobio, con insistencia en la historia inolvidable de la Patria. Con insistencia en la recuperación de las “fiestas mayas”. Pero no deja de sorprender cómo pervive, como suscribe bajo renglón o en letra chica, la inquina nostalgia de aniquilar al de al lado, si la patria lo demanda. Por la patria! Las cosas que se han hecho….!