Etapa superior del cristinismo
por Diego Valeriano
Lo genuino es lo verdadero. No se trata de una verdad como
opuesta a la mentira. Lo verdadero acá es lo sentido, lo que nace de la
indefensión que mañana diez mangos son nueve. La playa explota, uno al lado de
otro. La arena ni se ve. Pasa uno que vende agua y la botellita está a 17, el
próximo 20 y al que nos pide 25 le pedimos un pack. La guita quema al sol. La
playa es el otro que pasa vendiendo choclos. Los seis a Carlitos todos los
días. La inflación es la etapa superior del modelo, del hombre nuevo. La
confianza no como abstracción, no como mero acto de fe sin consecuencias ni
responsabilidades. Ya nadie confía, entonces consume. Siempre fue así, pero
nunca estuvimos tan preparados para esto. Tan predispuestos. En la carnicería
de Gesell hay que hacer cola para que te rompan la idem y mientras masticas un
asado horrible te prometes que nunca más volvés. ¿tenes vacío hoy? Hay un
nigeriano en cada balneario. Una feria en cada localidad balnearia… sale mucho
la camiseta nueva del Barcelona, las remeras de los Stone y las Adinet. Los
churreros atraviesan toda la costa y los taclean para que paren. ¿100 la
docena? ¿estás en pedo? ¿vos querés?
Tres docenas. Clarín miente, pero más miente el pibito que me lo vende
un jueves a 12… y se queda con tres porque no tiene cambio. La inflación es un
coadyuvante del modelo, nos lleva a exigirnos más, a ser cada día mejores, a
desarrollar nuestro cristinismo vital. Disciplinados de manera absoluta los
cuerpos en el mercado, cada vez más preparados a los golpes para surfear la
inflación. Ruta 2, puente 12, camino de cintura. Camping del sindicato con
buffet y pileta de agua salada. Una, tres, cinco Quilmes. La suma de
operaciones no decanta necesariamente en algo. Nuestros cuerpos de la década
ganada forjados capilarmente se han disciplinado para actuar en la inmediatez.
Un recargo del 7% todos los meses para no perder guita me explica la almacenera
mientras me dice que las dos leches y el pan son 64$. Nuestras capacidades
sensibles están disciplinadas de manera absoluta. Los cuerpos de mercado construyen su
soberanía a fuerza de liberarse. Que mejor que vernos en acción, en la medida
en que los sistemas de signos no hacen lectores. En algún momento pensamos que
la economía devino nodo. La inflación
podía presentarse como un caos, una enorme dispersión de fuerzas. Pero
este verano algo nuevo nos aparece, hay un punto de conexión, sin ninguna
cualidad que necesariamente la ordenara de manera previsible constituía una
evidencia. El consumo te entrega un tipo de sabiduría llamativa, una sabiduría
atolondrada, de hombre nuevo que hace que descubramos de manera luminosa que la
inflación es la etapa superior del cristinismo.