Sobre por qué soy kirchnerista (y sobre aquellos que lo son por comodidad)


 No sé si fue la lluvia, la ausencia de fútbol o la andanada de matrimonios gays, pero ayer no lograba conciliar el sueño. Oveja va, oveja viene, conseguí descifrar la razón de mi desvelo, aquello que me impedía entregarme sumiso a los brazos de Morfeo. Lo que me inquietaba no era, sino, una pregunta: ¿por qué soy kirchnerista?, ¿por qué la gente es kirchnerista?, ¿por qué mis amigos son (casi todos) kirchneristas? Como era de esperar, me dormí sin hallar la respuesta justa, exacta. Pero antes, borroneé en el anotador que tengo en la mesita de luz, algunas de las razones que, con torpeza, venían a mi sonámbula cabeza…

- Hay quienes son kirchnerista por la razón más evidente: por conveniencia. Simplemente, por que les es provechoso que sea este grupete el que haga el asado y no otro. Es el grupo de los amigos, de los compañeros, de los cercanos, de los aliados, de los parientes, de los socios, de los empleados y de todos aquellos que se benefician personalmente, de algún u otro modo, con su cercanía al poder y al estado. ¿En qué medida es ésta una conducta reprobable? Desde que la política es la trayectoria individual de los políticos (con sus posicionamientos y desplazamientos, con sus momentos de brillo y de oscuridad, con sus alianzas y reyertas) y no ya la consumación de un proyecto colectivo, no hay traidores ni rastreros, sólo aprovechadores ocasionales y festivos de la cosa pública.

- Hay quienes son kirchnerista por oportunismo: aledaño al grupo anterior, aquí se destacan tecnócratas, asesores y políticos menores que van saltando de un lado a otro, acomodándose en cargos y funciones, sin importar demasiado el nombre del proyecto, del partido o del candidato. Fidelidad les remite únicamente a una FM de su pueblo natal. La ocasión es su secreto: sólo es cuestión de estar atentos, de arremeter a tempo y de hacerse un lugar en el próximo tren. Son parásitos, tal vez, pero sin ellos la gran estructura institucional/gubernamental se caería a pedazos.

- Hay quienes son kirchnerista por casualidad, por azar… estaban ahí cuando la cosa pasó… no se sabía bien qué era lo que se gestaba (si algo se gestaba), quiénes eran (¿pingüinos?), qué proyecto tenían (¿proyecto?), qué hacer, con quién, quién heredaba a quién qué. Y, sobre todo, quién era Chapman y quién, Chirolita. Las revueltas de principio de siglo los habían dejado tan desconcertados, tan desesperanzados (¿desde dónde rearmar una carrera política?, ¿cómo edificar nuevamente una vida confortable?) que cualquier bondi los dejaba más o menos a tiro. Y más por casualidad que por otra razón no necesariamente menos loable, quedaron dentro del gobierno popular. Están, por ejemplo, aquellos que venían con Duhalde y que podrían haber terminado exactamente en el lado opuesto. O radicales que, sin grandes contradicciones, podrían estar con Carrió, con Cobos, con Alfonsín reloaded o con Stolbizer. O socialistas (los hay adentro y afuera, oficialistas y opositores). Y hasta comunistas (de diversos partidos, bancos y congresos más o menos extraordinarios, etc.)

- Hay quienes son kirchnerista por miedo, por miedo a la oposición, por miedo a la derecha, por miedo a la izquierda, por miedo a pasados asesinos, por miedo a la hiperinflación, por miedo a los ’90 y al (otro) neoliberalismo, por miedo a los saqueos, por miedo a los pobres, por miedo a los ricos, por miedo a la inseguridad, por miedo al vacío de poder, por miedo a la gente en la calle, a los milicos en la calle, a la calle, a la gente, a los milicos. (No vamos a ser nosotros ahora, en estas notas trasnochadas, los que descubramos la utilidad que para todo gobernante tiene el miedo).

- Hay quienes son kircheristas por revancha. No me consta, pero me contaron que hay quienes se habían quedado con las ganas (luego del insulto, la retirada y la masacre) de cortar ellos mismos el bacalao, de tomar las riendas del país y de llevarlo por los caminos de la liberación nacional. Dicen, no me consta, que al toque se dieron cuenta del error, del tiempo, de la distancia. Era tarde, y mejor quedarse que volver a la noche.

- Hay quienes son kirchnerista por resignación, porque los últimos 20, 30 o 40 años les enseñaron que todo puede ser peor. Qué los milicos fueron peores. Que el indulto y la hiper fueron peores. Que el menemato fue peor (mucho peor). Entonces, esto no es tan malo. Hay que ser pragmático y realista. Las cosas, bien o mal, se vienen haciendo. ¿Y vos viste a la oposición? Cada vez que habla Chiche Duhalde quiero correr a las urnas para que estos se queden diez años más. Qué digo diez, treinta! Y ni qué decir de la Sociedad Rural, de Macri o de Bergoglio. Sí, quizá esperábamos otra cosa, esperábamos poder decir algo, poder tener un lugar más activo (luego de tanta cháchara con la participación de la sociedad civil) en las decisiones que conciernen a nuestras vidas… pero esto es lo que hay y, en definitiva, no es tan malo.

- Hay, sin duda, quienes son kirchnerista por convicción: no son muchos, pero sí imprescindibles. Son aquellos que desde siempre confiaron en este proyecto, que lo fueron construyendo ladrillo a ladrillo, que a lo largo de décadas fueron ideando las medidas sociales y económicas que hoy son realidad. Que fueron formando sus conductores, sus cuadros políticos, sus dirigentes de base y su militancia. Pensaron consignas y slogans, decálogos y máximas. Fueron paso a paso generando las condiciones subjetivas y objetivas para que el gobierno popular irrumpiera en escena. Y todo sucedió tal cual lo previsto. Los torturadores y asesinos, a juicio. El patrimonio nacional (como Aguas Argentinas, Aerolíneas Argentinas, el fútbol argentino), recuperado. Las relaciones carnales, el FMI, el Banco Mundial, excomulgados. Y comenzaron a encadenarse las medidas populares siempre anheladas: la generación de trabajo e inclusión social, la Asignación universal por hijo, la Ley de Radiodifusión, la Ley de Matrimonio igualitario (o matrimonio puto, como le dicen los compañeros que todavía no logran acomodarse a estos nuevos tiempos). Y las que aún faltan por venir. Es un proyecto, éste, para décadas.

- Hay quienes, finalmente, son kirchnerista por comodidad, por pereza: es éste el grupo en el que creo encontrar a muchos de mis amigos y ex compañeros. Son kirchneristas porque les resulta más fácil que no serlo, porque les exige menos esfuerzo. Optan por lo simple, antes que por lo complejo; por posicionarse en la dicotomía antes que por hacerla estallar. El kirchnerismo les permite eso: ser animales políticos, pero con el libreto ya escrito; les posibilita una “militancia” tranqui dispuesta a comentar y apoyar decisiones que otros toman y llevan adelante. Se fatigan de sólo pensar (nuevamente) en aquellos momentos de apertura, de politización social, que hace ya casi una década los tuvieron como protagonistas. Prefieren creer que todo era una gran farsa de intelectuales, que todo fue una confusión momentánea, una situación excepcional. Y que ahora todo volvió a la normalidad (la política, al fin de cuentas, es la política y el Estado, el Estado). Las preguntas cansan. Las respuestas tranquilizan. Además, todo aquello se cayó, se desarmó. ¿Quién podía creer que podían subsistir asambleas de clase media en los barrios? (Acordate que cuando les devolvieron los ahorros (¿?), la mayoría se volvió a su casa) ¿Y los piqueteros? Si lo que querían era trabajo, era más Estado, y ahora lo tienen. ¿De qué se van a quejar? Aquello era inviable (¿te imaginás una Argentina viviendo del trueque, de micro-emprendimientos, de planes Trabajar?). ¿Querías movilización? Ahí la tenés: 6,7,8 o Moyano movilizan diez veces más de lo que podíamos juntar en seis meses. Y son más efectivos (¿Vos viste cuánto gana un camionero?)…

creo que fue ese el momento en el que me dormí, con la cara de Moyano estampada en mi inconsciente, ese gran agujero negro que (me) esconde las verdades más necesarias, más urgentes; ese magma en el que todo es represión y resistencia, y que ahora se niega revelar por qué soy kirchnerista o por qué no habría de serlo. 

Horacio Tintorelli (de la Asamblea de Pensamiento Marxista en Carta Abierta)